A veces un instrumento está tan deteriorado que no podemos hablar de reparación, sino de restauración. Aquella guitarra olvidada en el desván o ese recuerdo de juventud merecen una nueva vida.
"Son casos únicos. Conllevan una gran preparación, tanto técnica como mental. Siempre es un honor que te confíen estos instrumentos, porque si alguien se ha preocupado de traerlo al taller significa que tiene un gran valor, muchas veces sólo sentimental, y por eso merece ser tratado con respeto, casi con veneración"